
Se levantó el telón y el actor empezó su speech con aquella voz grave que lo caracterizaba fruto de un exceso del tabaco y de largas noches etílicas, con unos matices, que ella, como espectadora, nunca antes le había oído.
Un público silencioso y plenamente entregado le daba su aprobación, justo a los cinco minutos de empezado el espectáculo.
Declamaba con un tono que parecía casual pero que era laboriosamente trabajado durante largas jornadas de ensayos.
Se volvió indolente hacia la fila cero y sus ojos se encontraron. Ella rendida, bebía sus palabras. Mirándola directamente le dijo: " te quiero, te quiero tanto...y tú lo sabes".
Aparentemente abstraído y ausente de la escena, fundidas las miradas, interrumpió su soliloquio con el cuerpo girado hacia la sala, ante el asombro de la primera actriz que le dio una réplica balbuceante.
Los asistentes, ignorantes de la precisión del texto dieron el visto bueno al añadido, creyendo que era parte de la escena creada por el autor.
Ella, salió volátil del teatro con una promesa de amor renovada y volvió a su casa sin contar los pasos que le separaban del auditorio.
Él, volvió a su casa rodeando con su brazo la cintura de breve talle de la primera actriz.
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