
Te doy un trozo de mar si tu me regalas tu sonrisa, él le dijo.
Te regalo mis sueños si tú me das un trozo de mar, ella le respondió embobada
-de pequeña ya se perdía por las palabras que se cargan de un nuevo sentido-.
Pero con el tiempo comprobó que las palabras saben de nosotros
lo que nosotros ignoramos de ellas.
Te regalo mis sueños si tú me das un trozo de mar, ella le respondió embobada
-de pequeña ya se perdía por las palabras que se cargan de un nuevo sentido-.
Pero con el tiempo comprobó que las palabras saben de nosotros
lo que nosotros ignoramos de ellas.
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