sábado, 6 de junio de 2009

el tren de las 7.30...














Hacía tiempo que no viajaba en tren.
En realidad hacía bastantes años que no utilizaba este medio de transporte, ni en corto, ni en largo recorrido.
Recordó cuanto le gustaba desplazarse en ferrocarril, antes, cuando lo usaba a diario.
Este en concreto, era el que la devolvía siempre a casa, su tren de las 7.30, aunque el lenguaje digital en verde de la gran pantalla, marcara -confundiéndola a diario-, que eran las 19.30 P.M.

El paisaje había cambiado y ella también.

Se acomodó para un viaje doble, de locomoción y al interior de sus recuerdos.
Hacía tiempo que evitaba acordarse que había tenido una casa en las afueras de la ciudad que compartió con un hombre - el hombre- que tanto había amado y que tanto la había defraudado y por primera vez razonó sin una partícula de sentimiento y con la vista clavada en el horizonte cambiante, que quizás debería ser justa y afinar el juicio: ella también fue una gran defraudadora.
Al entrar el convoy silencioso en el primer túnel, recordó el dolor del primer tiempo de la ruptura, como navegó dentro de una niebla espesa que le impedía avanzar, como creía empujar su espesura gris, ella, que era débil y pálida y su cuerpo no era atlético, como emergiendo detrás de un telón con apariencia teatral brotaba más y más niebla compacta, pastosa, de tono sucio y plomizo y como la fatiga la desfondaba sin apenas moverse del sitio.

En la introspección escuchó el vacío de sus propias palabras, escapadas desde la comisura de su boca, desprendidas, pálidas como una letanía pobre: no hay que afligirse por un amor evaporado.

Y eso, no la consoló.

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25 comentarios:

Franziska dijo...

Has conseguido ambientarlo, de un modo tan realista, que cualquiera podría pensar que estás relatando una experiencia personal. Estoy segura de que no es así y que tú lo que nos presentas en un buen trabajo literario.

Con afecto.

Gwynette dijo...

No, no es personal..son las fotos que me inspiran las histórias :)
Besos

Paloma Zubieta López dijo...

A mí me gustan mucho los trenes y hace bastantes años que no me subo a ninguno (por estas tierras, ya los han desmantelado)... sin embargo, Gwynette, no supe si me gustaba más el tren o me dolía más la historia, acaso bosquejada, que ella miraba en el tren... Te mando un besote.

Verónica Calvo dijo...

¿Qué tendrán los trenes que hacen que viajemos al interior de la imaginación o nos demos de narices con la verdad? Precioso relato que me ha hecho viajar sin tren ;-) Besillos!!!

Paco dijo...

Es bonito este texto. Me gusta tu blog. Paco.

eMiLiA dijo...

"No hay que afligirse por un amor evaporado"... eso suelo decirme pero tampoco me funciona.

Un besoo♥

fgiucich dijo...

Siempre me gustaron los trenes. Son como la vida misma: en sus vagones van historias de ida y vuelta que nos cuentan de amores casi mágicos. Abrazos.

TORO SALVAJE dijo...

Intento no viajar al pasado.
Nunca vuelvo contento de allí.
Además, para qué?
Ya no tiene arreglo.

Besos.

JuanMa dijo...

A veces los recuerdos envenenan, y nada que nos digamos logra consolarnos.

Besos.

Beatriz dijo...

Un maravilloso viaje el que has escrito. El trayecto de un duelo que aún ronda por los pasillos de ése tren. Pero como en todo viaje hay un comienzo y un final...y después, más tarde o más temprano llegará otro tren, sin nostalgias,
Con historias que miran hacia nuevos horizantes.
Como siempre me deleitas con tus inspiraciones-
Un beso.

Tony Amesty dijo...

Un largo viaje con la tristeza como compañera.....es muy mala pasajera.

Un abrazo

StraVaGantzZa dijo...

Buff yo tengo ese medio de transporte aborrecido, casi todas las semanas tengo que cogerlo.

Tesa Medina dijo...

Una amor evaporado acaba también siendo un recuerdo desdibujado.

Me gusta viajar en tren, las estaciones tienen para mí sonidos de aventura.

Cuando digo viaje, en mi cabeza se dibuja un tren con una máquina de vapor y una maleta de cuero gastado.

Siempre es un placer llegar hasta aquí y quedarme un rato entre esas elegidas imágenes que te inspiran y estos textos tan evocadores.

Besos, Gwynette

Megapili dijo...

A veces es precisamente la permanencia estática del cuerpo dentro de cualquier medio de transporte que está moviéndose, la que estanca nuestra mente en las fosas de nuestros recuerdos y nos hace despertar de muchos sueños evocados.

Felicidades por el relato.

இலை Bohemia இலை dijo...

los viajes en tren siempre me han parecido muy literarios...evocadores, dan para mucho...

Tana dijo...

Un tren estuvo durante mucho tiempo en mis pesadillas. Llegué por fin a la estación... y no he vuelto a soñarlo. Ahora disfruto cuando viajo en uno aunque me apena que ya no dejen acercarse a las vías para despedir al viajero o ayudarle con el equipaje. Estupendo relato, Gwynette! ^^

Nalda dijo...

El amor pasa por todos los estados: líquido (cuando nace), sólido (cuando está fraguado) y gaseoso (cuando se evapora).

Lo que queda de ahí... sólo pertenece a los recuerdos.

Un abrazo

Sombras en el corazón dijo...

Ójala algunos amores se evaporaran del todo: pero es imposible. Siempre dejan poso, como el café.

Un beso, guapa

Soy ficción dijo...

Los viajes en tren son especialmente evocadores. He llenado miles de hojas de cuadernos en ellos, y he perdido la mirada en paisajes que se escurrian tras el cristal en cientos de ocasiones... Debería volver a ellos para encontrarme a mi misma.

Emilio dijo...

El tren de los recuerdos que se evaporan entre nieblas lenta y tristemente.

Saludos

Sergio López López dijo...

El Imaginario de los trenes nos lleva lejos y lo describes de una manera preciosa ;)

Sibyla dijo...

A veces esos viajes son inevitables, y sin darnos cuenta, nos vemos atrapados en esos viajes involuntarios...

Tal vez sea que esos amores aunque se hayan evaporado dejan cicatrices?

Besitos:)

Gi dijo...

Hay cuestiones que no encuentran fácil consuelo...
Besos

Tumulario dijo...

Sinceramente, me sigue asombrando como consigue crear ese ambiente tan completo en todos sus relatos y la facilidad para acabarlos en una frase que los cierra perfectamente.
Un abrazo desde el tumulo

Tempus fugit dijo...

Y la especial introspección del túnel...
Muy bueno.


besos