martes, 30 de diciembre de 2008

Buena entrada de año!

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En tiempo de crisis y para el 2009...
no estiremos el cuello más allá de la camisa.
O la frase era: no estiremos más el brazo que
la manga?

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he puesto plantilla nueva...

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...y se volatilizaron todos los links !.

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lunes, 29 de diciembre de 2008

Tom Waits/Christmas Card

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Os dejo el Christmas menos convencional que
he encontrado -la desgarradora
letra original
se suavizó en versiones posteriores-

Tom Waits, el de la voz rota, el deseperanzado.
Único e inimitable.



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domingo, 28 de diciembre de 2008

miope...



Sus palabras eran más interesantes que sus gestos..será porque yo no llevaba las gafas puestas?.


sábado, 27 de diciembre de 2008

el optometrista..




Mírame a los ojos. Mírame de nuevo. Mírame y no dejes de mirarme. Mírame con buenos ojos. Mírame fijamente.
Le dijo el óptico optometrista por deformación profesional cuando se encontraron en la primera cita.
Ella tenía Presbyopia, la incapaciadad de ver claro de cerca y tuvo que forzar la vista para verlo bien.
Antes de abrir el bolso para ponerse las gafas, ya supo que no estaban hechos el uno para la otra

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en el cajón del recuerdo...

Por fin encontré el anillo de mi madre.
Estaba perdido desde hacia tiempo en un cajón de difícil acceso, guardado dentro una cajita, que estaba dentro de una cajita, que estaba...
Me lo puse aquella misma noche para salir de cena con mis amigos, celebrábamos el aniversario del benjamín, el Chiqui.
Me vestí de punto en blanco e incorporé el complemento de una joya, que por una vez y sin que sirva de precedente, no era de fantasía. El pedrusco fue el protagonista de mi tic nocturno. El aro me quedaba -me queda-, grande, tirando a bastante grande, y al no quedar sujeto al dedo, la piedra de adorno vencida por el peso, rotaba, friccionando el interior de la palma de mi mano produciéndome una pequeña molestia que me obligaba a girarlo continuamente, para finalmente volver a caer.
Por el roce que estuvo presente en cada acción de la cena, tertulia y copas, tuve una velada en la que parecía una auténtica maníaca, dedo arriba, dedo abajo.
Como la noche se alargaba más de lo previsto, hacia las cuatro acabé guardándolo en el bolso porque me estaba temiendo lo peor: con el control ralentizado por la mezcla de alcoholes, podría perderlo en la cocina, en el baño, o en vaya usted a saber!... y no podía permitírmelo después de haberlo recuperado de entre cajitas.

Guardé el anillo el día que ella murió y lo enterré junto con otros objetos suyos muy personales en un fondo de armario por el que no suelo trastear.

Aquella noche mi madre salió conmigo, al airear su anillo, su sombra y su recuerdo, se vinieron conmigo, muy pegaditos a mi.

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martes, 23 de diciembre de 2008

el amigo invisible...



Estuvo preparando la cena durante toda la tarde y acabó con el tiempo pisándole los talones. Le quedaban menos de veinte minutos para dar la última ojeada a los detalles.

Se retocó el maquillaje, se subió a unos hermosos zapatos de tacón negro, se sacó el delantal de borregos y vacas, se puso el vestido de fiesta, -cero en joyas- y esperó a sus invitados sentada en el sofá...abrió con cuidado una botella de vino negro y se sirvió, paladeando con lentitud la copa que hizo el milagro de que el cansancio se evaporara antes de haberla consumido.

Estaba un poco nerviosa y le dolía ligeramente la espalda.
Sus amigos llegarían pronto, a las 9 y media según lo acordado.
Razonó, con afecto, que se estaban haciendo mayores, que en sus encuentros formales -tres veces al año- dejaban pocas cosas al azar y que cada vez eran más sensatos, sensatez que empezaba por el ABC de la buena educación: la disciplina de la puntualidad.

Todos, como una sola persona, con un margen de siete minutos de retraso sobre lo previsto, llamaron al timbre. Exclamaciones festivas y graciosas de asombro, de la precisión -casi- británica.
Abrazos, risas, ramito de la buena suerte y besos perfumados.

Después de dejar los abrigos y los bolsos en la habitación pequeña, se acercaron a la mesa buscando su ubicación y su vecindad; una tarjetita con el nombre al lado del plato marcaba las posiciones. El segundo movimiento en La menor, fue localizar visualmente la silla de "su" regalado para ejercer de amigo invisible, retirarse en grupo a la habitación y uno a uno, volver por separado a la sala para depositar el presente.
El sorteo del "damnificado" -así llamaban al que recibía el regalo-, se había hecho dos meses atrás. Nombres con apellido incluido, plegados en pequeños papeles dentro un enorme calcetín -forzosamente había que poner apellidos para no crear confusión, dado que había varios nombres propios repetidos-

Le gustaría a C. lo que le había comprado?. Tenía el obsequio desde mucho antes de lo políticamente indicado, un mes antes de que la movida navideña urgiera a las compras compulsivas. Una tarde, a la hora boba, al cruzar ante un iluminado escaparate se enamoró de aquellas "cosas" -de todas, y hubo que seleccionar para ajustarse al presupuesto- y pensó que eran perfectas para su querida, su estética amiga C.
La bolsa guardada durante semanas en el armario tenía los bordes un poco más arrugados que los otros paquetes de reciente envoltorio, pero a esa hora, con esos nervios, a quién demonios le importaba los pliegues del embalaje?.

Es difícil escoger regalos cuando todo el mundo tiene de todo y no se necesita de casi nada, ni se esperan productos de primera necesidad. Ventajas del capitalismo feroz. Por eso todos debían esforzarse en la inventiva. Y hubo algunos realmente inspirados.

Fue la penúltima en abrirlo: papel satinado verde, erguidos lazos dorados y etiqueta blanca con torneadas, estandarizadas letras rojas: FeLiCeS FiEsTaS!.
Carraspeo, exclamaciones, risitas y rasgar el envoltorio entre aplausos.
Uno, Dosss y Tressssss!
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El paquete estaba vacío.

Su amigo invisible, en un ataque de coherencia, le hizo un regaló invisible. Regalo que nadie atinó a ver, al ser total, su invisibilidad.

Sonrió, con sonrisa sin dientes. Cómplice.
Tuvo la certeza que estrenaba momentazo.
Se acababa de marcar un inquietante antes y un después.
El malestar, la alarma de ser el próximo damnificado de los 24 de Diciembre de todos los años por venir, ya estaba seriamente instaurado.
El juguetón, el rompedor amigo amparado en la invisibilidad, acababa de introducir una nueva pauta de comportamiento en el hasta ahora, plácido Espíritu de la Navidad.



FeLiCeS FiEsTaS!.










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martes, 16 de diciembre de 2008

besos con sabor a nicotina...

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Dejó de fumar porque el tabaco le recordaba a sus besos.
Tenía síndrome de abstinencia del sabor de sus labios.


La fumadora que fue,
a veces coloca un cigarro en su boca.
No es por el ritual de encenderlo.
Ella sabe que aspirar, es pretexto y excusa.

Desea
,
que el humo -espesa niebla-,
camufle
la
liquidez que le empaña los ojos,
cuando evoca, taciturna,
sus abrasadores besos tóxicos.

Sobre lo que no podemos hablar debemos guardar silencio.
Wittgenstein

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sábado, 13 de diciembre de 2008

silencio, por favor !

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Peligra la vida de la artista.
Gracias




Por segunda vez cuelgo un vídeo de
"La chica del puente"
Conmovedora historia llena de luces y sombras,
con el genial Daniel Auteuil y la ex cantante Vanesa Paradís -actual pareja de Johnny Depp, ay!-

Primera película en blanco y negro de Patrice Leconte, director de
"El marido de la peluquera"


Música: Angelo Badalamenti, Paul Lainé

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miércoles, 10 de diciembre de 2008

a long time ago...

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A la niña de las trenzas rubias lo que más le gustaba de la Navidad era el proceso que precedía a las fiestas.

Todo lo demás, todo lo que acontecía en los días de la liturgia señalados, era cosa de los mayores: la irrupción en la casa de familiares besucones que no recordaba, comidas abundantes, conversaciones que no entendía, regalos repetidos y guardar la compostura en la mesa -sólo al principio de las comidas, cuando llegaban a los postres y el clan subía el tono enfrascado en debates imposibles, le apetecía deslizarse bajo la mesa junto a su hermano y sus dos primos, y lo que más le gustaba, lo que la mataba de risa, era desabrochar los cordones de los zapatos de sus tíos-.


Pero antes, venía el proceso que precedía a las fiestas.
El pesebre tenía que estar listo el 8 de Diciembre.
Lo quería decir que el día 5, o el 6 como máximo, era la fecha escogida para adentrarse en el trastero semioscuro lleno de tesoros brillantes que no le dejaban tocar -vas a ensuciarte!-, cruzarlo, tan largo en metros cuadrados como toda la casa, hasta llegar a las estanterías torcidas ubicadas debajo de la ventana, donde unas cajas metálicas contenían las figuras artesanales del Belén -cuidado, cuidado!- guardadas en papel de seda.

Como siempre había alguna que se rompía y había que restituirla, eso se traducía en que había que "bajar" a comprarlas a la feria de artesanos de Santa Lucía, y ya, puestos en la tarea, hacer nuevas adquisiciones.
Según su criterio, se entretenían demasiado en las puestos del mercadillo buscando las figuras adecuadas, tardaban demasiado en llegar al apartado de lo que más deseaba, lo que dejaban para el final por el simple hecho que tenían que acarrearlo: la compra del ArBoL, el fantástico árbol, el oloroso árbol recordado durante todo el año -para se exactos, lo excluia de su pensamiento los meses de las vacaciones veraniegas-

El pesebre era clásico -como tienen que ser los pesebres-.
Era abundante en ríos -espejos imitando a la naturaleza,- ángeles, pastores, ovejas, hilanderas,"caganer", los Reyes"Majos", anunciata y familia feliz en el establo. Todo el ambiente circundado de musgo -auténtico, recogido del monte-, paja y falsas montañas de corcho.
Cada año le ampliaban horizontes al suburbio de la ciudad de Belén, el único impedimento para la expansión total -reconocía su atribulada madre- eran los límites de la mesa.

Pero lo que de verdad la ponía nerviosa, lo que esperaba con impaciencia era la instalación del ArBoL en forma de agujas.
Su padre, cabal, buscaba el emplazamiento cerca de donde hubiera un enchufe.
La dejaban participar en la colocación de guirnaldas y luces intermitentes, que ejercían en ella una fascinación hipnótica.
Se sentía como la niña de aquel libro de cuentos sueco -de allí arriba, de Suecia-

De noche, cuando todos dormían, se levantaba para verlo iluminado en todo su esplendor. Se acercaba a las bolas de adorno blancas y rojas que le devolvían la imagen deformada -lejos, cerca, lejos, cerca- y le parecían más grandes y misteriosas en la habitación oscura.




Su gato Felipe sentía la misma atraccción que ella por el ArBoL y durante las fiestas ya no dormía a los pies de su cama, la abandonaba, egoísta, se instalaba día y noche en el sillón orejero, frente al abeto.
Lo veía transmutarse bajo el parpadeo de las bombillas en azul, en rojo, en amarillo y verde.

La niña de las trenzas rubias lo miraba añorándolo, mientras él ronroneaba -roncaba-, feliz, soñando en su sueño, que era un temible felino durmiendo bajo un árbol en el fondo de una naturaleza más que salvaje.



Discover






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domingo, 7 de diciembre de 2008

com un déu no fet, com un àngel caigut / Raimon


Mientras desayunaba un apagado sandwich en el bar del aeropuerto, suspiró resignada al tragar el pan de molde untado con algún mejunje con ínfulas de modernidad y que sus papilas gustativas no conseguían identificar.

Oyó un ruido suave, un click, como la pisada de una bota sobre el césped helado.

Miró alrededor, a los personajes que rodeaban su mesa. Casi todos eran hombres. Ejecutivos aún medio soñolientos, bien afeitados, con olor a perfume caro, que no parecían percibir el sonido que la había alertado. Distendidos, tomaban café cargado y bocadillos incomibles. Parloteaban distraidamente con la prensa desplegada, pasaban la vista por los titulares y comentaban las noticias leídas en diagonal.
Los ruidos circundantes eran conocidos: móviles que empezaban la jornada, maletines que se abrían o maletas de viaje con ruedas.

Click.
Volvió el cuerpo hacia la barra. Tenía un problema la cafetera?.
Click, click.
Miró con ojos de lince la máquina abrillantadora de un suelo más que abrillantado. Desprendía ruidos varios, pero no el click que buscaba.
Click, click, click.
El camarero repartiendo cucharillas sobre los platos?. Ningún indicio de reparto por aquel sector.
Click, click, click, click.
Parecía que se acercaba.
Son monedas, se trata de la recogida de propinas. Mirada circular. Nada, ni asomo de propinas sobre las mesas, de momento.
Cliiiick.
Concentrada, oído atento, hizo un trago de agua directamente del botellín para desplazar el emparedado que como un chicle, tenía atascado entre pecho y espalda.

Al levantar los ojos, allí lo vio.
Descendiendo de la cima de la cúpula, como un Miguel Ángel instalado en la Capilla Sixtina, como un astronauta salido de la nave espacial revoloteando por el espacio, como un ángel caído acercándose peligrosamente a los mortales, como una aparición mariana, como San Pedro caminando sobre las aguas...allí estaba el limpiador de cristales en posición de riesgo laboral, iniciando su turno de las ocho de la mañana. La estrenada luz del día chocaba sobre su espalda formando un contralúz mágico sobre un fondo de cristales brumosos.

Su minuto de gloria quedó asegurado en la retina de la viajera.



"Red River Shore" Dylan

jueves, 4 de diciembre de 2008

el arte, imitando a la naturaleza...



Querían reproducir las notas del oleaje que nunca se silencia.
Sólo se trataba de repetir, nada de complicar lo aparentemente sencillo.
Anclados en la roca, buscaban con exactitud la música del mar. Audaces en su actividad creadora.
Sin fórmula, abstractos y trabajadores.
Nunca hubo un silencio que les diera respiro.
Jamás, la interrupción momentánea del sonido del mar.


Como náufragos a la deriva a pocas millas de la costa, veían cruzar los ferrys, los pesqueros, los barcos de recreo, los mercantes e incluso los cruceros.


En su obstinación por imitar la esencia, olvidaron amigos y familia.Tenaces, obsesionados, incapaces de reproducir la música con fidelidad, improvisaban sobre el risco, exhaustos pero sin darse por vencidos.

Un 4 de Diciembre quedaron aferrados al escollo ante la rompiente de las olas.
Figuras salinas secadas al aire.
Reliquias petrificadas que el mar no destruye, aún sabiendo que querían apropiarse de su sonido milenario.

Y es que el mar/la mar, siempre ha sentido debilidad por los que persiguen una quimera.



"Si no fuera por la música, habría más razones para volverse loco".
Tchaikowsky


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martes, 2 de diciembre de 2008

apenas un abrazo...


Le pidió un abrazo fuerte
para calmar la nostalgia
que le causaba
la certidumbre de saber
que ya no necesitaba
que la abrazara.

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