matar la palabra adios?...

El escogió una noche oscura, al aire libre, lejos de la intimidad de la casa. Su voz no vacilaba pero las manos lo traicionaban, chapoteaban en el aire con una agitación que contrastaba con la frialdad de su tono.

-una brisa caliente subía del mar-

Ella, incómoda, achicaba los ojos para redefinir la imágen. Qué le decía?. Palabras a borbotones que se agitaban unas encima de otras y una frase final épica antes de la callada escandalosa, destacó amenazante y la golpeó con la friadad de un rayo atravesándola: ya no te quiero -que traducido con palabras exactas quería decir: quiero a otra-. Silencio. Las respiraciones, cada uno por una razón bien distinta, chocaban en la negrura del espacio como el resollido de dos locomoras entrando en la estación.

-en el aire había olor de azalea-

Cuanto tiempo llevaba barruntando las palabras del adiós?, pensó. Quién era este desconocido al que no conseguía ver los ojos?.

Centrémonos. Y solo por centrarse en algo, cogió al vuelo una palabra que no parecía decisoria: paciencia. Paciencia?. En el colmo de la estupefacción y el desencanto, él se cubría las espaldas pidiéndole paciencia.

-la corteza de la luna flotaba en un mar escondido-

El dolor no tiene cara, pero si máscara. Él no pudo ver como ella empalidecía porque la noche se los comía a bocados y sólo eran siluetas recortadas en una azotea desbaratada.

-un frío polar le abrazó las piernas-

Él era un tipo simple?, un cínico?, un calculador?, un desorientado?.
Por qué ella lo dejó volver a casa, ese es otro misterio...


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