martes, 20 de febrero de 2007

apaga y vámonos...



Aquella noche como tantas otras noches desde que él no estaba, ella puso el blanco mantel en la mesa, sirvió la cena -dos platos, dos- y sacó una botella de su vino preferido. Los minutos empezaron a caer, los cuartos y finalmente las horas. El vino al tercer vaso se hacía áspero al paladar. Apaga y vámonos. Despues de 282 noches de espera con sus correspondientes 6.168 horas y pasando de contar minutos y segundos acabó aceptando que él no volvería.

Contempló la silla de enfrente vacía, la servilleta doblada con esmero y el plato cubierto para que no se enfriaran las viandas y cuestionó sus palabras: "Cariño, ahora vuelvo..."

Hoy, unos años después de su marcha, aún no se ha recobrado de las razones que pudieron impulsarle a una ida sin retorno...estando como estaba, tan bien alimentado.



9 comentarios:

senses and nonsenses dijo...

yo tb tengo cenas con sillas vacías y ausencias a mi lado.
...pero mejor que no vuelvan.

un abrazo.

ahhh dijo...

Igual ese ere el problema, que lo sobrealimentaba. Y a veces, es necesario pasar un poco de hambre para saborear los buenos platos.

Pero peor para él!

DE-PROPOSITO dijo...

Andei por aqui.
E achei o teu blogue interessante, muito interessante.
Fica bem.
Felicidades.
Manuel

el santo job dijo...

si fue a por tabaco...
mejor que no vuelva
las ausencias no esperadas son las que más daño me hacen

JuanMa dijo...

¡Qué triste perder el amor sin siquiera darse cuenta!

Gwynette dijo...

Y que cobarde el tipejo ! :-)

Índigo dijo...

¡qué crueldad! ¡y qué paciencia! Muy lindo.

fgiucich dijo...

Quizàs le faltaban los cigarros. Abrazos.

Anónimo dijo...

Pues yo tampoco acabo por entenderlo.
Besos